Billions & Billions se publicó en 1997 y la traducción al español de Guillermo Solana, Miles de millones (ISBN 84-663-0483-5) es de 2001. Como indica el subtítulo, Reflexiones sobre la vida y el universo, en éste Carl Sagan discurre sobre el universo, la vida, nuestro planeta y su presente situación. Tras ver el documental de Al Gore Una verdad inconveniente, lo que cuenta Sagan sobre el medio ambiente resulta un poco repetitivo, pues no mucho ha mejorado desde entonces. De hecho, tanto héroes del ecosistema, como Al Gore, así como villanos del partido republicano, de ayer y aun de hoy, e integristas de la peor calaña, tienen su lugar en este libro. Al leerlo, me sorprendió cómo estas personas continúan sus trayectorias para bien o mal de la humanidad. No quiere decir que Sagan escogiese partidos. Obviamente él veía las cosas desde un punto de vista universal que impide partidismos. Simplemente aconsejaba dando el toque de alarma por el bien de la humanidad y del planeta.
Como indica, el legado bíblico incita a ver la naturaleza como algo aparte y a nuestro servicio, algo muy contrario al espíritu de aprecio por la naturaleza del budismo e hinduismo (pp. 264–265). Pero tengo entendido que hay ahora una reacción por parte de algunos grupos protestantes que intentan cambiar esta actitud, hablando en términos teológicos del respeto que debe la humanidad a la creación.
Muchos gustan decir que Einstein creía en Dios. Sagan nos da la cita completa:
Este no es un libro divertido, como tampoco lo es la película de Al Gore, pero ambos Sagan y Gore, pronostican con pasión y exactitud científica el futuro de nuestro planeta.
No logro concebir un dios que premie y castigue a sus criaturas o que posea una voluntad del tipo que experimentamos en nosotros mismos. Tampoco puedo ni querría concebir que un individuo sobreviviese a su muerte física; que las almas débiles, por temor o absurdo egotimos, alienten tales pensamientos. Yo me siento satisfecho con el misterio de la vida y con un atisbo de la estructura maravillosa del mundo existente, junto con el resuelto afán de comprender una parte, por pequeña que sea, de la Razón que se manifiesta en la naturaleza. (pp. 424–425)