En la Grecia antigua, gineceo era una habitación para mujeres. Por extensión, un lugar donde sólo hay mujeres ( [fam.] María Moliner, 2007).
Así lo usa Álvaro Vargas Llosa en el corto pero interesante y triste relato de Doña María Calderón quien “organizó en Arequipa, en reclamo de paz y en defensa de la Corona, a un grupo de agitadores que llamaron la atención del rebelde. Francisco de Carbajal, el implacable jefe militar de Gonazalo las encerró en casas privadas para tenerlas vigiladas. Desde su prisión volvieron a la carga, en especial Doña María, quien llamó «sangriento tirano» a Gonzalo. La actitud de esta mujer despertó emulaciones y el gobernador, temiendo que cundiera el ejemplo, mandó a Carbajal a poner orden en el gineceo de una vez por todas. Carbajal ordenó a los vigilantes negros que la estrangularan y la colgaran en la ventana para que todos la vieran” . (La mestiza de Pizarro, pp. 190–191)
Así lo usa Álvaro Vargas Llosa en el corto pero interesante y triste relato de Doña María Calderón quien “organizó en Arequipa, en reclamo de paz y en defensa de la Corona, a un grupo de agitadores que llamaron la atención del rebelde. Francisco de Carbajal, el implacable jefe militar de Gonazalo las encerró en casas privadas para tenerlas vigiladas. Desde su prisión volvieron a la carga, en especial Doña María, quien llamó «sangriento tirano» a Gonzalo. La actitud de esta mujer despertó emulaciones y el gobernador, temiendo que cundiera el ejemplo, mandó a Carbajal a poner orden en el gineceo de una vez por todas. Carbajal ordenó a los vigilantes negros que la estrangularan y la colgaran en la ventana para que todos la vieran” . (La mestiza de Pizarro, pp. 190–191)