miércoles, enero 17, 2007

Guía triste de París

Esta recopilación de vivencias parisinas de los años 70, con elementos elementos de “fantasía” me ha gustado aunque quizás, me parece, “Guía agria de París” hubiera sido mejor título, pues en las cortas narraciones de vivencias de peruanos e hispanos en París, el tono es bastante acerbo. Por el ejemplo, al hablar de Miss Perú nos dice:

“… [l]a señora tan elegante y cincuentona … había sido Miss Perú y Miss Mundo, de todo había sido, parece ser, pero en su debido y pasado momento, y ahora lo que era, por más que tratara de disimularlo, es una mujer bastante subidita de peso y tambaleantemente borracha. Linda quería seguir siendo, pobrecita … pero su momento ya había pasado … la ex todo… ” (p. 39)

Pero repito que me ha gustado. Su estilo es vivaz y consciente del idioma:

“ – … le estoy pidiendo … un rollito de scotch tape, para pegar bien unos sobres …
– Entonces tendría usted que haberse expresado correctamente, mi general … lo interrumpió Rosita … En castellano correcto esto se llama cinta engomada, con mil disculpas, mi general.” (p. 122)

Con todo los cambios que acontecen en Latinoamérica, lo que cuenta Bryce me parece a veces un testimonio, como el modo de pensar de Doña Enriqueta:

“Nuestro gobierno es una emanación de la voluntad del pueblo, doña Enriqueta … ampliamente democrático y reformista …
Doña Enriqueta … no pudo evitar una muesca de asco, porque lo único que puede emanar de tanto pueblo y tanta cosa popular es mal olor … porque el presidente … pariente suyo por Adán, emanaba de una familia tan devota como honesta y patricia. ” (p. 153)

Bryce nos cuenta también sobre otros temas sociales como, por ejemplo, el caso de discrimen contra un homosexual, o el enfrentamiento entre un frustrado donjuan latino y los que, por evitar que una árabe sea objeto de sus conquistas, le “aplican la ley del más macho con nocturnidad, alevosía y gran maldad, y eso equivale a que te caen de a montón magrebí y te dejan bien pateado en el suelo y convertido en carne de ambulancia.” (p. 21)

Son temas locales pero universales, del pasado pero de actualidad.


lunes, enero 15, 2007

Buhardilla

El diccionario Clave describe una buhardilla como la habitación más alta en una casa, inmediatamente bajo el tejado, que suele usarse para guardar objetos viejos o que ya no se usan. Pero en algunas ciudades, por ejemplo París, dicho cuarto no se usa sólo para guardar objetos sino para dormir, como dormitorio. Varios autores usan el vocablo con la susodicha acepción.

Pero Alfredo Bryce Echenique, en Guía triste de París, usa el término “cuartito techero” el cual encontré bastante ingenioso y que no he visto en ninguna otra parte:

“Hubiera preferido, les juro, quedarme bebiendo solo en mi cuartito techero, antes que ver lo que tuve que ver en esa residencia … con ese señor embajador tan simpático y tan democrático con todos … hasta conmingo.” (p. 38)

En el cibersitio Adecorar se ofrecen sugerencias para decorar buhardillas.

lunes, enero 01, 2007

Miles de millones

Billions & Billions se publicó en 1997 y la traducción al español de Guillermo Solana, Miles de millones (ISBN 84-663-0483-5) es de 2001. Como indica el subtítulo, Reflexiones sobre la vida y el universo, en éste Carl Sagan discurre sobre el universo, la vida, nuestro planeta y su presente situación. Tras ver el documental de Al Gore Una verdad inconveniente, lo que cuenta Sagan sobre el medio ambiente resulta un poco repetitivo, pues no mucho ha mejorado desde entonces. De hecho, tanto héroes del ecosistema, como Al Gore, así como villanos del partido republicano, de ayer y aun de hoy, e integristas de la peor calaña, tienen su lugar en este libro. Al leerlo, me sorprendió cómo estas personas continúan sus trayectorias para bien o mal de la humanidad. No quiere decir que Sagan escogiese partidos. Obviamente él veía las cosas desde un punto de vista universal que impide partidismos. Simplemente aconsejaba dando el toque de alarma por el bien de la humanidad y del planeta.

Como indica, el legado bíblico incita a ver la naturaleza como algo aparte y a nuestro servicio, algo muy contrario al espíritu de aprecio por la naturaleza del budismo e hinduismo (pp. 264–265). Pero tengo entendido que hay ahora una reacción por parte de algunos grupos protestantes que intentan cambiar esta actitud, hablando en términos teológicos del respeto que debe la humanidad a la creación.

Muchos gustan decir que Einstein creía en Dios. Sagan nos da la cita completa:

No logro concebir un dios que premie y castigue a sus criaturas o que posea una voluntad del tipo que experimentamos en nosotros mismos. Tampoco puedo ni querría concebir que un individuo sobreviviese a su muerte física; que las almas débiles, por temor o absurdo egotimos, alienten tales pensamientos. Yo me siento satisfecho con el misterio de la vida y con un atisbo de la estructura maravillosa del mundo existente, junto con el resuelto afán de comprender una parte, por pequeña que sea, de la Razón que se manifiesta en la naturaleza. (pp. 424–425)

Este no es un libro divertido, como tampoco lo es la película de Al Gore, pero ambos Sagan y Gore, pronostican con pasión y exactitud científica el futuro de nuestro planeta.